Alemania y un chasco histórico

Hamburgo (Alemania), 6 jul (EFE).- La derrota ante España, con el ya famoso gol de Mikel Merino al final de la segunda parte de la prórroga, dejó a Alemania sin argumentos, eliminada de la Eurocopa en cuartos de final y con un dato histórico que, al mismo tiempo, supone un chasco que tendrá que afrontar por primera vez: siempre, cuando también fue anfitriona, alcanzó como mínimo las semifinales de un gran torneo.

Jugadores de la selección alemana lamentan la eliminación del equipo en los cuartos de final de la Eurocopa 2024 a manos de España. EFE/EPA/RONALD WITTEK
Jugadores de la selección alemana lamentan la eliminación del equipo en los cuartos de final de la Eurocopa 2024 a manos de España. EFE/EPA/RONALD WITTEK

Hamburgo (Alemania), 6 jul (EFE).- La derrota ante España, con el ya famoso gol de Mikel Merino al final de la segunda parte de la prórroga, dejó a Alemania sin argumentos, eliminada de la Eurocopa en cuartos de final y con un dato histórico que, al mismo tiempo, supone un chasco que tendrá que afrontar por primera vez: siempre, cuando también fue anfitriona, alcanzó como mínimo las semifinales de un gran torneo.

Antes del partido ante España, los hombres de Luis de la Fuente tenían una estadística tremenda sobre la mesa: jamás había superado en una Eurocopa o en un Mundial al anfitrión. Lo intentó hasta en nueve ocasiones sin éxito ante selecciones como Brasil, Italia, Rusia o Corea, entre muchas otras, y el reto para doblegar a Alemania era descomunal porque tenían que romper con una maldición que duraba 100 años.

Lo consiguió, pero a su vez consiguió trasladar a Alemania una decepción que jamás había vivido en sus carnes, ya que con anterioridad siempre atravesó la barrera de los cuartos de final cuando fue local. Lo consiguió hasta en tres ocasiones y la primera en el Mundial de 1974, en el que se proclamó campeón tras doblegar en la final a los Países Bajos de Johan Cruyff.

Fue un sorpresón, porque en aquellos días la 'Naranja Mecánica' era sinónimo de espectáculo, de revolución y de rodillo. Toda aquella selección que se ponía delante, acababa aplastada. Pero Alemania no se arrugó y pese a iniciar el choque por el título con un tanto de Neeskens desde el punto de penalti, remontó con los aciertos de Breitner y de Müller. Entonces, el público que acudió al Estadio Olímpico de Múnich se llevó una alegría que no conocía desde el Mundial de 1954, cuando Alemania también dio la sorpresa ante la Hungría de Puskas.

En su segundo campeonato como anfitrión, la Eurocopa de 1988, llegó a las semifinales. Fue eliminado por el campeón, Países Bajos, que se vengó de la derrota de la década anterior. En esta ocasión, fue al revés, porque Matthaus adelantó al combinado germano desde el punto de penalti y Ronald Koeman y Marco Van Basten dieron la vuelta al marcador. En la final, el conjunto neerlandés, con aquella famosa volea de Van Basten a la Unión Soviética, se proclamó campeón.

Y fue otro campeón, Italia, quien también dejó sin final a Alemania en el que hasta 2024 era su último torneo como anfitrión. En el Mundial de 2006, el estadio del Borussia Dortmund fue el escenario de la tragedia de una selección que volaba hacia la final. Italia sobrevivió sin encajar goles hasta el minuto 119 de la prórroga, cuando apareció Grosso para inaugurar el marcador. Después, Del Piero, puso la puntilla en el 121 y Alemania se quedó en la orilla de disputar otra final. Italia, como los Países Bajos años antes, se llevó el título.

Pasados 18 años de aquella derrota, Alemania dio un paso atrás. Fue en otro minuto 119 cuando otro jugador acabó con el sueño de todo un país. El cabezazo de Mikel Merino convirtió lo que podía ser una fiesta en un chasco histórico, porque la 'mannschaft', acostumbrada a llegar lejos cuando organiza torneos, se fue antes de tiempo, en cuartos de final, por culpa de la selección española, brillante semifinalista y aspirante al título.